¿Soy mala/o?
Estos últimos días es una pregunta que, con demasiada reiteración, me hacen mis clientes.
Acomplejados por los estereotipos y los convencionalismos, y por creer que no están a la altura de la circunstancias, porque no están dispuesta a ser abnegadas Princesas Disney o impecables Reyes ultraprotectores y omnipresentes.
La respuesta, para mí, al menos, es sencilla, haz aquello que creas tu, sin pensar en nada ni nadie más, que debes hacer. Dedicar la vida entera, o al menos parte de tus mejores años, a quien en cuanto levante más de un palmo del suelo, igual te dice que eres malo/a, o te abandona por sus estudios y por su propio crecimiento personal, es algo sobre lo que un abogado no puede aconsejar, y debe ser uno solo, con su propia conciencia y almohada, quien opte y elija qué quiere para sí mismo durante mucho más tiempo, que el de la crianza de los cuervitos (léase hijos).
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