Te creo.

Algunos asuntos que entran en los despachos, nos hacen decirles a los clientes abatidos y hundidos, yo te creo.
Se sientan con la sensación de que nadie en el mundo va a creer que no han hecho aquello por lo que están siendo investigados, o que el contrato se formalizó de la manera que explican, o que realmente la Administración está cometiendo un error con su expediente.
En esos casos, antes incluso de estudiar a fondo la documentación que se nos presenta, nuestra obligación es calmar la angustia de que nos ha buscado para ayudarle con su problema, y no sólo por ellos, si no también por nosotros, ya que si no están calmados, nos van a contar las cosas a saltos, nos dan pinceladas inconexas y no tiene ningún sentido su relato.
Luego, pasado el agobio inicial, cuando empiezan a sentirse más cómodos, todo comienza a tener coherencia.
A partir de ahí, y tras el estudio minucioso de la documentación, ya podemos establecer la estrategia a seguir, las decisiones a tomar.
Pero lo primero, en mi opinión, en estos casos, es decirles, te creo.

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